Conferència: Educació per al segle XXI. Per a un nou contracte social de ciutat

Conferenciant: Sr. Roberto Carneiro, exministre d'Educació de Portugal, membre de la Comissió Internacional de la UNESCO sobre l'Educació per al Segle XXI (informe Delors)
Data: 22 de setembre de 1998
Lloc: Casal Pere Quart

LA CIUDAD, TEMA DE FUTURO

Juze na jana si kama leo
(El día de ayer no es igual al de hoy)

Proverbio Swahili

En la carrera vertiginosa hacia un nuevo milenio de la era cristiana, se exige en especial que la ciudad se reagrupe.

Estratégicamente, ocupa el punto geométrico de todas las convulsiones. Como motor de desarrollo, la ciudad protagoniza el cambio de paradigma de una sociedad industrial hacia una sociedad de información y del conocimiento. Integrando una amplia red de comunicación, participa en los intensos fenómenos de globalización que recorren el planeta.

Palco de una diversidad creciente, es en la concentración urbana donde tiene lugar el paso desde la cultura a la multicultura. Laboratorio de experimentación humana, por excelencia, la ciudad produce y rechaza valores, establece sus códigos privados de interpretación del mundo, construye o le quita sentido a los dramas personales. La nueva demografía urbana, la revalorización del diálogo centro-periferia, la intensificación del nuevo pauperismo, la nueva interpretación de la conexión con la naturaleza, constituyen otros tantos ejes de reflexión candente sobre la vida de la ciudad.

Por esto, la ciudad, fulcro de escenas cotidianas turbulentas, también es la tabla de salvación y madre de todas las esperanzas. En la representación social moderna, vivir, sufrir y morir al ritmo palpitante de la ciudad es sinónimo de valor añadido a los ciclos rurales flemáticos siendo éstos bastante más dependientes de los enigmas del universo que de la codicia de los hombres.

La catarsis de la personalidad urbana es el psicoanálisis de todo un modelo de civilización de, por lo menos, 5000 años. La opción histórica para la vida en común en la ciudad marcó "la modernidad sedentaria" y la ascensión de la racionalidad como fundamento de progreso. Así, sin ciudad no habría Estado, ciencia, escuela, memoria registrada, industria, acumulación, mercado, seguridad social o moda cultural.

A parte de todo esto, la ciudad continúa siendo un vivero de cultura y, por consiguiente, fuente de esperanza.

El fin del milenio no significa, muy probablemente, el fin de la ciudad. El problema es exactamente el contrario: se trata de averiguar si es el momento adecuado para una urgente nueva visita al tema de la ciudad, reconociéndose que a la humanidad se le plantea el desafío formidable de encontrar una salida para el creciente malestar urbano.

El destino último de la humanidad se hizo inseparable del destino de la ciudad: detener el declive de la gran urbe, añadir valor y dimensión humana a su arquitectura espiritual, para volver a crear confianza en el gobierno estratégico y cotidiano de la ciudad, asegurar un salto de calidad en su textura íntima, promover la condición humana en su seno, reunir comunidades cohesionadas por los mismos valores de civilización, volver a inventar la democracia urbana, restituir la seguridad y la confianza a la vida ciudadana, son algunas de las problemáticas que ocupan el lugar primordial de las preocupaciones compartidas en el planeta.

A la ciudad postindustrial, intensamente cuaternaria, se le plantean cuatro desafíos fundamentales. El primero, consiste en promover inteligencia urbana, es decir, fortalecer la ciudad como instancia de conocimiento y de creatividad en el arte de vivir juntos. El segundo, reside en la construcción de pedagogía urbana, es decir, hacer resurgir ciudades educadoras que ellos son, al mismo tiempo, sujeto, ambiente e impulsor de la cultura, así como de la formación permanente de sus personas. El tercero, se centra en la construcción de la casa común urbana, o, dicho de otra manera, en la construcción de la ciudad que acoge y que, de este modo, vence el paradigma de la exclusión que se propaga como una auténtica epidemia de la era moderna. El cuarto, es el redescubrimiento de la democracia urbana en la perspectiva de un nuevo diseño de gobierno colectivo que combine progreso y participación, crecimiento y calidad, libertad y responsabilidad, gobernabilidad y mediatización en la vida pública.

Ciudad - fuente de civilización y ciudadanía, es, por necesidad, un tema urgente. Nos propone la asunción de una exigencia ética ante un diagnóstico maligno, una reflexión prospectiva sobre las alternativas y posibilidades de regeneración del tejido urbano, la convocatoria de una dimensión eminentemente profética de nuestra vida en común.

Aceptar ese desafío es, por lo tanto, asumir la responsabilidad suprema de volver a crear la esperanza, de afirmar un descontento reiterado ante un estado de cosas que hipoteca seriamente el espectro existencial de las próximas generaciones.

La ciudad es civilización en la medida en que se configura como un lugar de memoria colectiva. Es ciudadanía, puesto que viene como astillero de construcción del futuro, es decir, centro de acción política en el sentido más noble de la palabra.

Como memoria de memorias, ella representa el caldeamiento supremo de culturas fragmentarias y parcelarias que conviven en el gran lumpen urbano. Cultura de culturas que representan otras tantas estrategias de supervivencia en el océano de la diversidad de personas y dramas que se albergan bajo el manto protector de la ciudad. Después de algunas décadas de desurbanización, la ciudad vuelve a ser hoy el centro principal de búsqueda de la felicidad, de un nuevo vivir, de un futuro diferente. En la ciudad confluyen los sueños, las ambiciones, las visiones, las aventuras de una civilización que no conoce otra sabiduría común sino a fuerza de la vivencia gregaria.

UNA CIUDADANÍA PLURAL

La mente debate
Los corazones enlazan

(Sabiduría indígena)

En la ciudad contemporánea cohabitan culturas diferenciadas que son la base de una ciudadanía plural. Son como máscaras diferentes de una misma representación, como en el anfiteatro griego o en la ópera de Pekín. El guión del drama se alaba en una inspiración unitaria: la condición humana.

Del homo faber resultan las culturas del utillaje.
Del homo socialis derivan las culturas de grupo, las características del estar en sociedad.
Del homo mediaticus surgen las culturas de comunicación.
Del homo ludens surgen las culturas del ocio y del entretenimiento.
Del homo economicus brotan las culturas de la apropiación y de la acumulación patrimonial.
Del homo conectus resultan las culturas de conexión en red.
Del homo sapiens nacen las culturas de interpretación del universo y de sabiduría.

En la ciudad de finales del siglo XX el homo economicus viene imponiendo arrogantemente sus reglas a las demás parejas. Su primacía dictó el desequilibrio de la ciudad, que de finalidad pasó a mero instrumento de poder económico de unos pocos sobre los demás, que representan una muchedumbre. No es de extrañar, por lo tanto, que el homo economicus, ahora también homo conectus, en su ansia por dominar los mercados globales, se haya transformado, de forma permanente, en el homo homini lupus, predador por excelencia en el seno de la especie.

Reflexionar sobre la ciudad implica, por consiguiente, la utilización de dos espejos, cada uno de ellos funcionando como evidenciador de la realidad según su visión. El espejo convexo de la "primera" ciudad, formada por empresas competidoras, jóvenes "yuppies", políticos codiciosos, bancos imaginativos, mercados de capitales volátiles, trabajadores realizados; del otro lado, el espejo cóncavo de la "segunda" ciudad, sinfonía de sufrimiento y desesperanza, reflejando historias de supervivencia milagrosa, escrita en los márgenes del tiempo y de la felicidad, narrativas muchas veces desconocidas para los habitantes apresados de la primera ciudad.

Y, no obstante, los excluidos de la primera realidad no están en otro planeta - viven muy cerca, incluso a nuestro lado. No pertenecen a otro calendario -su reloj marca un tiempo teóricamente idéntico al nuestro. No les falta ni alma ni cuerpo- son seres de una dignidad personal igual a la nuestra en todos sus aspectos.

Una ciudadanía plural apela a una mayor solidaridad entre la ciudadela de la opulencia y las inmensas manchas de miserable destitución que la envuelven.

La nueva ciudad del futuro exige más ciudadanía.

Una presencia ciudadana prioritariamente solidaria con los destinos de la segunda Nación y con el imperativo de darle voz.

Una ciudadanía que no está hecha de ornamentos ritualistas. O que se pretenda ver agotada en el acto cívico del voto.

Antes, una ciudadanía de participación que no se cansa de preguntar la razón de las cosas, que no se aleja de la búsqueda inteligente de nuevas soluciones, que estima su sistema de autonomías, que se abre en los pequeños actos de oxigenación del tejido comunitario, que toma como caballo de batalla el combate contra las injusticias, sobre todo cuando se ensañan contra aquellos que cuentan con menos medios para defenderse, venciendo de este modo la indiferencia del pensamiento neoliberal.

Una ciudadanía plena se desarrolla en la confluencia crítica entre el libre albedrío y la responsabilidad.

En esta nueva ciudadanía es igual lo que es diferente. En esta simple formulación, queda sintetizado una de las mutaciones más dramáticas de una ciudad que, previamente, construía su identidad bajo un concepto de igualdad asimilacionista.

En la sociedad postmoderna, los flujos disyuntivos no se centran ya en la economía para producir clases sociales. La metrópoli es más fuerte que la economía para alimentar un impulso fragmentario, por lo que el gran riesgo de la ciudad es caer en la tentación hegemónica.

Al concepto de ciudadanía monocultural se da la valorización de la diversidad como activo fundamental de la coexistencia humana. Se propone como alternativa a la dimensión unitaria de la cultura el patrocinio de la multicultura como expresión de la naturaleza diferenciada de lo humano. A una visión autoritaria de la relación del centro con la periferia se contrapone el valor específico del margen así como la superioridad de una concepción integradora de la relación intercultural. A la apología de lo colectivo en detrimento de lo individual, o, viceversa, al exacerbamiento del individuo en perjuicio de la comunidad, se ofrece un nuevo modelo urbano basado en los derechos y deberes, individuales y colectivos, que proclaman la viabilidad de la convivencia entre diferentes.

Se está modelando una ciudad que hace del encuentro de culturas su hechizo fundamental. Dicho en otras palabras, toma forma un proceso comunitario que elige el diálogo entre seres diferentes como método fundamental, que aprecia la distancia diferencial entre todas las culturas (1), singulares o unívocas, como base del acercamiento humano.

En esta ciudad profunda y convictamente plural, convivir con lo desconocido es un privilegio. Ir al encuentro de lo que no sabemos es lo que nos hace humildes y personas ante la grandeza del Misterio y de lo Sagrado.

La creación de capital cultural es, bajo este prisma, una tarea superlativa de la ciudad de la diversidad. Una ciudad que cultiva la memoria como patrimonio de la comunidad, pero una memoria del mestizaje, una memoria de memorias. Bien a la manera del célebre "Espíritu de Paz", enunciado en el año traumático de 1945 por Léon Blum, como absolutamente equivalente al respeto a la diversidad y a la particularidad.

El respeto hacia el otro no tiene sentido como simple abstracción. Él mismo se desarrolla en el laboratorio concreto de cada día, ante el otro que tiene nombre, rostro, pasado, raza, idioma, fe y hábitos. Un semejante que puede tener rasgos diferentes: hombre o mujer, niño o adulto, rico o pobre, letrado o analfabeto. Que sólo es semejante por ser diferente, al contrario del clon que sería simplemente idéntico.

La interculturalidad auténtica siempre es generativa, es decir, libera energía vital, oxigena el tejido social, es fuente de creatividad.

La idealización de nuevos paradigmas se sostiene, a grosso modo, en modos no verbales de conceptualización y de comunicación. Son los lenguajes del alma que no están sometidos a la economía reductora de las palabras: el mito, lo imaginario, lo simbólico, lo metafísico, lo poético, lo fantástico, en fin, lo indecible.

Por regla general, la verdadera creación presupone el deseo de alteridad: otra forma, otro contenido, para comunicar el otro que llevamos dentro con el otro que nos transciende.En esto radica la plenitud creativa de la alteridad de la persona, que tantos matices desconcertantes acrecentó al patrimonio lingüístico luso.

Así el descubrimiento creativo del self exige el desmonte de tipos, prototipos, arquetipos y estereotipos que son el producto inevitable de prejuicios. Por consiguiente, el prejuicio es la peor servidumbre que se le puede imponer a un espíritu que desea volar alto, que busca la creación como modo de vida y de ser.

La expresión creativa es un lenguaje innato a todos los seres humanos. La creatividad sería, por consiguiente, el estado natural de los humanos, la medida de la integridad del carácter y el padrón de integridad del espíritu. No es por casualidad que nacemos con un potencial creativo enorme y nos volvemos adultamente rutinarios. Alimentando la creatividad personal y de grupo, participamos en la sinfonía magnífica de la Creación, permanentemente solícita con relación a la participación activa de cada uno (2).

En esta medida, la relación intercultural hecha mano de competencias resultantes de la gestión de paisajes de conflictividad. Precisamente aquí reside la inspiración del método Paulo Freire de educación: se basa en dinámicas nuevas de poder y de su negociación personal. La confrontación de seres diferentes, como catalizador de violencia, contiene el más grande potencial de cambio positivo en las actitudes.

La interculturalidad desencadena sinapsis creativas en cadena.

La sóla exposición a un ambiente al cual no se está acostumbrado es detonante de vibraciones internas ante las cuales se rinde la norma, el hábito, el padrón, la rutina.

LA CASA COMÚN URBANA Y LA NUEVA URBANIZACIÓN

Hay ciudades encendidas en la distancia,
Magnéticas y profundas como lunas,
Descampadas en flor y calles negras
Llenas de exaltación y resonancia.

Hay ciudades encendidas cuya luz
Destruye la inseguridad de mis pasos,
Y el ángel de lo Real abre sus brazos
En nardos que me matan de perfume.

Y yo tengo que partir para saber
Quién es, para saber cual es el nombre
Del profundo existir que me consume
En este país de niebla y de no ser.

(Sophia, Obra Poética)

Volver a crear un futuro diferente también significa pensar en un nuevo contrato social de ciudad.

Está en juego la negociación de reglas que permitan reconciliar libertad con solidaridad, iniciativa con regulación, democracia con nación, multicultura con cohesión. Para que ese contrato sea viable es importante que venga a inspirarse en criterios de convergencia real en la ciudad, compatibilizando centro y periferias en un pacto de desarrollo sostenible que beneficie a todos, sin excepción. De la misma manera, la regeneración de la ciudad invoca el imperativo de una armonía ecológica urbana que se traduce en todos los planos, materiales e inmateriales, de su contextura vital.

La refundación de la ciudad postula un nuevo vecindario local.La internacionalización del planeta y las comunicaciones instantáneas virtuales no sacian la sed del ser humano de vivir en comunidad real. La soledad en la ciudad tiene que encontrar una salida. No hay proyecto denso de ciudad que pueda tener lugar al margen de un nuevo aliento comunitario. La comunidad de vecinos es la base del gobierno local y el fruto de una relación probada de confianza. Crear capital social, construir cohesión, realizar comunidad, volver a aprender a convivir, promover el voluntariado, aquí están algunos de los más sencillos, pero irrecusables, desafíos de la restauración de la polis y de fortalecimiento de la civitas.

En la casa común urbana la vivencia colectiva es fuente de aprendizaje permanente. Así, en una ciudad educadora la principal acción pedagógica reside en la formación del espíritu de comunidad (3), en la educación para el otro. Vencer al atomismo autista, elevar la calidad de la relación para vencer a la mediocridad del egoísmo mercantil, constituyen un reto inaplazable de la gran ciudad moderna.

Es importante ser consciente de que, en la ciudad, la formación de la comunidad se realiza de manera substancialmente diferente de la del campo. Mientras en un medio rural la lógica de Gemeinschaft (comunidad) prevalece - o sea, la de la socialización progresiva mediante círculos concéntricos: familia, localidad, municipio, nación, mundo, universo -, en la ciudad prevalece la gestión de la multipropiedad, es decir, la identidad plurireferencial que apela a los modelos de Gesellschaft (sociedad) - es decir, a fórmulas de contratualización realizadas en la intersección de diferentes grupos, equivalentes en jerarquía y que se pueden sobreponer, tanto en el tiempo como en el espacio.

Alexis de Tocqueville (4), en su ensayo emblemático sobre la democracia americana, habla de la importancia de los hábitos del corazón. A ese propósito, el insigne autor describe la relevancia singular de las asociaciones voluntarias en la conformación de estos hábitos ciudadanos. En el fondo, Tocqueville defendía la fuerza de una democracia civil basada en la energía vital de la sociedad solidaria.

Robert Putnam, politólogo contemporáneo, retomó las tesis de Tocqueville en "Making Democracy Work" (5), obra en la cual expone su gran preocupación por la degradación de los indicadores de cohesión social que predicen su colapso gradual hacia niveles próximos a los de ingobernabilidad. A esa bajada de índices de participación asociativa o filantrópica se añade el crecimiento galopante de indicadores de desconfianza hacia los gobiernos centrales: en el decurso de los últimos 40 años, las poblaciones indagadas revelan, en estudios comparables, descensos de la confianza del 75% al 19%, de promedio, en la capacidad de los gobiernos para "llevar a cabo las cosas correctas y necesarias." (6)

La recuperación de la confianza en las virtudes de la vida civil plantea un desafío de grandes proporciones a los gobiernos locales. Colocados en zonas vecinas inmediatas de los ciudadanos, situados en una relación de proximidad tangible, sujetos a una evaluación basada en criterios de utilidad inmediata, los municipios y otras formas de soberanía local representan, cada vez más, el ágora de antaño, la casa común de los asuntos de la comunidad y la expresión de su compromiso cívico, compartido, de superarlas. De este modo, la responsabilidad para la reversión de una pérdida de afecto peligrosa de la vida política, en el sentido más noble de la palabra, corresponde, en gran medida, a las instancias descentralizadas de gobierno.

En un mundo excesivamente global y anónimo, son los servicios de proximidad que pueden "detonar" la marca de plusvalía y de calidad personal que caracteriza las relaciones de vecindario.

En la casa común urbana, rige un modelo de inclusividad fraternal. Es decir, la ciudadanía de participación no se agota en la ciudadanía de delegación; la inclusión de unos pocos, escogidos para dirigir y ejecutar las políticas públicas, no aleja ni excluye el derecho - ni el deber - a la participación empeñada de todos.

En el nuevo urbanismo la estructuración de la ciudad obedece a los imperativos de una escala humana, a los paradigmas de la intersección multidisciplinar, a ganancias de organización celular diseñadas para vitalizar la vida comunitaria y cívica.

La métrica fundamental de la nueva ciudad, o el axioma de la nueva pulsación humana de la ciudad, es la distancia peatonal ("walking distance") (7): esta unidad-padrón corresponde a un trayecto de 5 minutos a pie o, aproximadamente, a su equivalente de 400 metros de distancia. En realidad, el fomento del diálogo urbano se harán tanto más fácilmente como mejor se consiga vencer la ultradependencia del automóvil o de los transportes motorizados en la realización de actos corrientes de la vida diaria.

El peatonal de continuidad se convierte, entonces, en el principio que estructura una red urbana atractiva de pasajes, de forma que:

Es muy evidente que en el urbanismo moderno prima la noción de espacio público, por oposición a la privatización excesiva de la ciudad en parcelas individuales o a su conformación para satisfacer necesidades privadas de circulación de coches.

En el contrato social de comunidad la ciudad vuelve al concepto de unidades integradas de vecindario. Cada unidad constitutiva de la ciudad contempla una autonomía funcional de vecinos y su acceso a una diversidad mínima de edificios (residenciales, oficinas, comerciales, o servicios públicos como escuela, iglesia, biblioteca, centro de salud) y de espacios (jardines, parque infantil, bancos, paseos, refugios públicos). Nunca es demasiado resaltar la importancia de los espacios de comunidad donde los vecinos se encuentran y llegan a confraternizar en un ambiente acogedor y tranquilo.

En esta justa medida, Frank Lloyd Wright fue un visionario de la relación democrática de la urbe con el ejercicio de la ciudadanía. En su investigación infatigable de nuevos modelos arquitectónicos, siempre buscó la integración de la ciudad y del campo, que los modelos de la primera no fueran ajenos a los valores fundamentales del mundo rural, que en el gran conglomerado urbano pudiera siempre surgir un "perfume de familiaridad" y que naturaleza y edificación pudieran aglutinarse en una única visión (9).

Importará todavía resaltar como Wright ponía énfasis en el lugar y el papel de la educación en la ciudad moderna. En su ideario, las instituciones educativas tienen que ser verdaderas casas de cultura que tanto ayudan a dominar los nuevos descubrimientos de la tecnología como a alcanzar una comprensión de la sabiduría del pasado.

Así, la escuela de la arquitectura orgánica desarrolla una filosofía de casa común urbana, pura mientras apuesta en la relación del hombre con el espacio, pero madura en cuanto entendimiento transformador de la textura democrática de la ciudad.

LA CIUDAD EDUCADORA EN EL SIGLO XXI

Debemos crear un nuevo consenso participativo
que le dé su justo valor y sus funciones insustituibles
al sector público y al sector privado.
El puente entre ambos se llama la sociedad civil.
Y el surtidor de la sociedad civil es la educación.

(Carlos Fuentes) (10)

En los inicios del siglo XIX von Thunen elaboró un modelo de explicación de los comportamientos espaciales en una ciudad aislada bajo el juego de la competición entre granjeros para la ocupación del suelo. En su modelo, von Thunen se encontró en la situación crítica de los anillos concéntricos de producción, definidos alrededor del centro de la ciudad.

La teoría de las posiciones centrales de Christaller y Losch, desarrolladas ya en este siglo alrededor de los años 30 y 40, incorpora la racionalidad de las economías de escala en la interpretación económica de la configuración urbana. Así, la jerarquía de esas posiciones centrales produce un reticulado de diálogo entre puntos de mercado y puntos administrativos cuya eficacia superior se traduce bajo la configuración de polígonos hexagonales de densidad equilibrada.

Thomas Schelling, en los años setenta, propuso un modelo segregacionista de autoorganización del espacio en las ciudades. En su famoso trabajo "Micromotivos y Macrocomportamentos" parte de una estructura humana de preferencias por afinidades para demostrar como interacciones frágiles de vecindario pueden originar padrones macroestruturales de diseño de la ciudad.

Las teorías de ciudades-margen ("edge cities") parten del juego entre fuerzas centrífugas y centrípetas, de naturaleza cultural y económica, para explicitar el proceso de formación de metrópolis policéntricas. Hasta cierto punto, en estas teorías la morfogénesis urbana tiende siempre a la estructuración metropolitana en torno a lugares centrales.

Sin embargo, en la actualidad, va ganando cada vez más el interés científico – y, también, notoriedad - la aplicación de las teorías de la complejidad al diseño de la ciudad. (11)

Esta escuela de pensamiento establece una ruptura clara con los modelos anteriores, de índole analítica que buscaban en el siglo pasado aportar alguna luz a la forma de organización espacial de la vida en común a partir de análisis parcelares de la realidad. En el abordaje de la complejidad aumenta la preocupación por la autoorganización de los sistemas que empiezan a partir de un cierto número de propiedades emergentes, juegan el papel de marcadores de esos mecanismos endógenos de creación de estructuras con significado en el espacio y en el tiempo.

Ahora bien, nosotros sostuvimos que la propiedad emergente fundamental de las nuevas ciudades en auto organización en el siglo XXI es la Educación, es decir, que el principio motor de inteligibilidad urbano será, de manera creciente, la apropiación del atributo de aprendiente. Personas que aprenden, comunidades que aprenden, compañías que aprenden, organizaciones públicas que aprenden, en un continuo y sin descanso, serán los átomos constitutivos de las moléculas sociales que añadirán valor a la ciudad del futuro.

Se presupone aquí un gran salto de calidad conceptual. Ello consiste en considerar que las personas y las organizaciones no se comportan siguiendo vías esencialmente mecánicas, esto es, descriptibles por medio de modelos econométricos o matemáticos más o menos reductores. Por el contrario, la convicción reside en que la conducta humana y de grupo relevan más propiamente del foro de las organizaciones biológicas cuyo comportamiento final incorpora el aprendizaje como su elemento fundamental y constitutivo (12).

Las ciudades educadoras son esencialmente aprendientes – rechazan el funcionamiento lineal de las fuerzas de segregación o la dictadura de la mera eficacia económica - y es en esta interacción biológica entre educar y aprender que se modela una idea de futuro traspuesta hacia las estructuras del presente.

Para sobrevivir, la ciudad educadora se equipa de interacciones permanentes que remedian el ansia de aprender y orienta su actividad estratégica hacia la instalación de servicios educativos de proximidad, en perseverancia, del tipo "establecimeintos comercialdes de conveniencia" abiertas 24 horas al día. Dicho de otra manera, en esta metrópoli del futuro, la educación es un derecho pero el aprendizaje surge como un deber cívico.

Se establece, entonces, una correlación natural de complicidad entre los cuatro pilares del desarrollo sostenible (13) y los cuatro pilares de la educación del futuro (14), en un contexto urbano portador de rasgos postindustriales de competitividad sin pérdida de escala ni de calidad humana.

Los cuatro aprendizajes fundamentales propuestos para el próximo siglo – aprender a ser, aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a vivir juntos – constituyen el núcleo básico del aprendizaje a lo largo de la vida y de la disponibilidad permanente de las personas para trabajar. En esta medida, el ejercicio de la búsqueda individual de educación y formación tendrá naturalmente una tendencia hacia un crecimiento exponencial en las comunidades dotadas del espíritu emprendedor de la nueva ciudad.

Por esto, esta ciudad "volcada" hacia los desafíos prospectivos sostendrá su progreso material y espiritual en un abordaje apropiado de la relevancia del conocimiento en la sociedad moderna. Efectivamente, el factor principal de creación de riqueza social y económica ya no radica en factores tangibles, como en la pasada sociedad industrial toda ella se basa en capital físico, financiero o en el trabajo (en el concepto de cantidad de trabajo puramente homogéneo). Bien por el contrario, prevalece hoy la idea que el desarrollo se realiza esencialmente con base en factores inmateriales de que lo principal consiste en los mecanismos humanos de producción, difusión y aplicación de conocimiento nuevo. (15)

De ahí la importancia innegable de los procesos de acumulación de conocimiento –codificado o tácito - que dependen de forma nuclear de la existencia de personas cualificadas, de instituciones de conocimiento (escuelas, universidades, centros de investigación), de redes de conocimiento (interconectando unidades económicas y unidades de formación o de investigación, en una estrategia schumpeteriana de innovación) y de infraestructuras de información (permitiendo la diseminación más amplia e instantánea de ese conocimiento a través de las nuevas tecnologías de la comunicación).

Así pues, en la perspectiva de la ciudad educadora del siglo XXI la innovación organizadora del aprendizaje será crucial. De esa capacidad creativa resultará o no la posibilidad de superar viejos sistemas de producción educativa de la ciudad industrial. Los sistemas flexibles de prestación y de acceso a la educación podrán revolucionar los paradigmas todavía dominantes del pasado y vencer inercias pesadas en la generalización efectiva de la educación permanente como necesidad vital para sobrevivir en la sociedad en constante y rápido cambio tecnológico.

La evolución hacia una noción de educación inclusiva será un atributo firme de la ciudad educadora. En esta educación que empezará a incluir la población entera, independientemente de sus condiciones especiales de partida o de origen, en lugar de excluir largos cupos de ciudadanos, destacan tres tipologías de transición:

  1. El paso de un modelo determinado por la preocupación de enseñar (¿qué? ¿cómo?) a un modelo orientado por el aprendizaje (¿dónde? ¿cuándo?).
  2. Una concepción radicalmente diferente de la de una de una educación inicial suficiente para toda una vida por la que se sustituirá por la de un aprendizaje flexible a lo largo de la vida.
  3. La substitución de un paradigma de conocimiento que otorga estatuto social por conocimientos sumamente inclusivos.

Un humanista comprensivo de la nueva ciudad no queda indiferente a las motivaciones del desarrollo de una política educativa, en concreto, en todo cuanto se refiere a las posibilidades de instalar una propensión aprendiente en la sociedad. Deben concebirse el motor psicológico y de motivación en una perspectiva amplia, no meramente economicista, como solía prevalecer en la sociedad industrial precedente.

En esta conformidad, tres son las categorías de necesidades para el progreso humano que deben ser consideradas en las estrategias de la ciudad educadora en el umbral de un nuevo siglo.

  1. Aquellas que derivan de los imperativos de desarrollo personal y social, naturalmente en concomitancia con las opciones libres de itinerario individual.
  2. Las que se entrecruzan con necesidades de desarrollo social y comunitario, comprendidas las que se aprenden con el ejercicio continuado de una ciudadanía activa.
  3. Las que constituyen el núcleo duro del desarrollo profesional y del mantenimiento de una empleabilidad sostenible a lo largo de la vida.

Desafíos complejos y, por consiguiente, responsabilidades irrenunciables, aquéllas con las que se confronta la ciudad educadora. Una ciudad que puede ocupar un punto neurálgico en las nuevas estrategias de la educación-formación a lo largo de la vida, apropiadas al equipamiento adecuado de los ciudadanos para la sociedad de la información y del conocimiento que nos invade a ritmo galopante. En estas estrategias es importante poner de relieve tres dimensiones relacionadas entre sí, aunque autónomas, de la educación en el siglo XXI: créditos de tiempo para el acceso a la formación postobligatoria en cualquier etapa de la vida personal; movilización de los profesores como agentes de apoyo para la implementación de las nuevas oportunidades de aprendizaje; la alternancia, o el sistema dual, como forma de superar el déficit de confianza entre empresas y escuela.

En un mundo colonizado de forma creciente por el pensamiento único de la economía de mercado, de hecho desde 1989, es importante crear espacios de pensamiento diferente. Ningún monopolio ideológico es saludable para el progreso sostenido de la humanidad. Para superarlo, a la orientación económica imparable - corolario evidente de la más grande eficacia productiva de ese sistema - es necesario contraponer una pluralidad cultural del planeta. Sólo así es que la ultramaterialidad del positivismo económico se verá compensada por una espiritualidad de la cultura.

La economía sin la cultura será como construir piscinas en el desierto. De hecho, en un mundo herido por una globalización ineludible, los sistemas de producción y venta son más diversos, o propio marketing exige una sensibilidad intercultural selecta para ser eficaz.

La ciudad educadora es un tipo de cápsula donde puede tener lugar la metamorfosis redentora de una ciudadanía global: fraternal en el sentimiento, consanguínea en la fusión creativa de corpus de culturas de orígenes diferentes, vaticinadora de la omega que determina lo ineludible del paso desde lo personal a lo universal.

La ciudad-interface cultural afirmará, imperturbable, su destino en los pliegues de los continentes, en las fronteras de los idiomas, en la contemplación del diferente, en las embajadas del mestizaje.

Un destino inmaterial, planeando sobre mares y continentes, que busca instrumento proporcionado a su ambición de comunicación y de congregación.

Estamos en el umbral de una nueva geopolítica: la era de las ciudades educadoras. Es una tarea gigantesca: hacer de un planeta conectado en red un espacio de coexistencia creativa; devolver a la ciudad la categoría de lugar de civilización; para fomentar la emergencia de un ecosistema favorable a la afirmación plena de Homo Sapiens Sapiens.

 

Notas i referencias

1 - Utilizamos aquí un notable concepto de C. Lévi-Strauss que sirvió de base para la elaboración de la Carta constitutiva de la UNESCO, desarrollado en: C. Lévi-Strauss, Race et Histoire, Paris: Gauthier-UNESCO, 1961

2 - En esta metáfora poderosa, se impone la memoria del inolvidable maestro Agostinho da Silva que decía que todos nacemos con una partitura en la cabeza, abierta a la interpretación personal de cada cual.

3 - Es el desafío postmoderno de la construcción de nexo comunitario en la expresiva tesis de A. Etzioni que llega a designar la comunidad como voz moral (Amitai Etzioni, The Spirit of Community, New York: Touchstone, 1993).

4 - Alexis de Tocqueville, Democracy in America,ed. J.P.Maier, trad. George Lawrence (Garden City, N.Y.: Anchor Books, 1969).

5 - Robert D. Putnam, Making Democracy Work: Civic Traditions in Modern Italy (Princeton: Princeton University Press, 1993).

6 - Estos y otros índices indicadores de una tendencia de ruptura en el asociacionismo tradicional americano fueron tratados por Putnam en un polémico artículo:  Robert D. Putnam, Bowling Alone: America's Declining Social Capital, in Journal of Democracy, 6:1, Jan 1995, 65-78.

7 - Los principios informadores del nuevo urbanismo inciden más sobre tipologías que sobre distribuciones zonales. Esta alteración sensible de abordaje dio origen a un nuevo léxico urbanístico orientado hacia el sentido de comunidad (V. por ejemplo R. McLaughlin, en A New Urbanist Lexicon, http://www.mnapa.com/urbanlex.html).

8 - Vale la pena citar Sophia: "Camina junto a las casas. En uno de tus hombros posará la mano de la sombra, en el otro la mano del Sol. Camina hasta que encuentres una iglesia alta y cuadrada."(Sophia de Mello Breyner Andresen, Camino de la Mañana, Obra Poética II, Caminho, Lisboa, 1991).

9 - Las personas interesadas podrán encontrar una síntesis muy completa del pensamiento y de la inspiración de Frank Lloyd Wright en el siguiente site de la Internet: http://www.uky.edu/Classes/PS776/Projects/Wright/wrig ht.

10- Carlos Fuentes, Por un Progreso Incluyente (México: Instituto de Estudios Educativos y Sindicales de América, 1997).

11- Krugman se ha hecho famoso como el teórico más conceptuado de la aplicación de las teorías de la complejidad a la organización espontánea de la ciudad. Vea, por ejemplo, Paul R. Krugman, The Self-Organizing Economy (Cambridge, Massachusetts: Blackwell Publishers, 1996).

12- No entraremos aquí en grandes pormenores sobre la textura de la ciudad educadora, una vez que damos por reproducido lo que expusimos en el artículo que publicamos en 1997: R. Carneiro, Educación para la Ciudadanía y Ciudades Educadoras, en Brotéria, vol. 144, Abril 1997, 391-413.

13- Concepto desarrollado en el ámbito de la UNESCO por Carneiro (1998, 21st Century Dialogues).

14- Propuesta básica contenida en el libro de la Comisión Internacional da UNESCO para la Educación en el Siglo XXI (J. Delors et al., La educación encierra un tesoro. Madrid. Santillana, 1996).

15- Para un tratamiento teórico y empírico de las teorías del nuevo crecimiento basadas en la acumulación de conocimiento puede ser consultado: R. Carneiro y P. Conceição, Learning-by-Doing and Formalized Learning: A Case Study of Contrasting Industrial Development Patterns in the Portuguese Industry, Occasional Paper, London School of Economics, 1998 (a ser editado).